La política Bring Your Own Device  o BYOD ha terminado con años y años de dispendio por parte de las empresas. Los años donde las empresas otorgaban a sus empleados varios dispositivos al año, que luego tenían que devolver, han pasado a mejor vida.

La tendencia actual es que sean los propios empleados los que pongan su dispositivo, y la empresa únicamente limitarse a sufragar las tarifas móviles e instalar las aplicaciones corporativas y VPN. Esta tendencia se ha traducido en menores costes operativos -menos dispositivos que dar, menos que reciclar, donar, etc- y sobre todo, en la aparición de entornos móviles separados –Samsung KNOX, por ejemplo-.

Hace años todo esto era impensable porque los ordenadores portátiles, tabletas y smartphones eran muy caros. Hoy el smartphone medio cuesta 200 euros y el portátil, 400€, por lo que ya no existe la limitación del precio: todo el mundo tiene smartphone y portátil/tableta.

La realidad es simple: es más barato para una empresa instalar una aplicación de empresa en el móvil de su empleado y desinstalarla posteriormente que darle un dispositivo con el coste que ello conlleva para que a los pocos años quede completamente desactualizado.

BYOD como forma de vida

El primer dispositivo que vislumbró la posibilidad de la conexión móvil, y por tanto, adelantó la oleada BYOD fue la Blackberry.

Funcionaba con dos pilas AA, recibía y enviaba correos electrónicos, SMSs y todo esto en el tamaño de un buscapersonas. Desde entonces, la ola ha sido imparable. Nokia, HP, HTC, empezaron masivamente a producir teléfonos inteligentes. Ya no hacía falta conectarse desde la red convencional o un sobremesa, y todavía estamos hablando de los tiempos de las redes GSM.

Posteriormente, en 2007, llegó el rey de reyes. El que primero adelantó la ola de lo que iba a venir. El iPhone.

No estaba pensado para la empresa, porque en aquel momento lo que primaba era el criterio de Redmond: teléfonos con puntero, teclado físico y similares al Windows de sobremesa.

Y fue precisamente el hecho de que el iPhone no fuera company intended lo que provocó que en los próximos años fueran los propios empleados quienes trajeran sus dispositivos.

Naturalmente, esto solo ha sido beneficioso para las empresas y posiblemente tenga algo que ver con la caída en las ventas del PC que llevamos experimentando casi desde 2009.

El BYOD ha sido tal cambio que los aburridos diseños de móviles de empresa, portátiles y demás, han cambiado para parecerse muchísimo a los del mercado de consumo, precisamente porque el mercado de consumo se ha metido en el de la gran empresa.

Por qué te interesa el BYOD, y cómo implementarlo

La primera razón es de peso: si quieres reducir costes, es una de las mejores formas. Cada dispositivo puede llegar a costarte más de 500€, y al cabo de los años la inversión es irrecuperable, el dispositivo se convierte en un ladrillo. Todos tus empleados cuentan tanto con un smartphone como con tableta/portátil, salvo en contados casos donde efectivamente, con el dispositivo de tu empleado no se puede trabajar -en ese caso tienes la figura del CYOD, de la que ahora hablaremos-.

Según Cisco, se puede llegar a ahorrar 1300$ por usuario, por lo que el asunto no es moco de pavo.

Por tanto, reducirás costes de adquisición de dispositivos y tu departamento de IT tendrá que instalar una aplicación corporativa -de haberla- y si no, enseñar a los empleados a instalar el correo electrónico corporativo o, si disponen de un smartphone con doble SIM, aprender a usar cada línea.

Otra opción es el CYOD, que significa Choose Your Own Device y viene a significar que el empleado elige entre una serie de opciones de dispositivos, y pasa a ser suyo con una oferta más ventajosa que en el mercado.

Resultado: ¿para qué tener dos móviles y dos líneas cuando puedes financiar la de tu empleado y que trabaje en un entorno amigable que ya conoce?

Por no hablar de los esfuerzos en seguridad. La mayor parte de teléfonos móviles admite cifrado, por lo que cualquier archivo confidencial o sensible puede quedar protegido si se solicita la encriptación del dispositivo.

Antiguamente, los usuarios de las cuentas corporativas tenían que aprenderse de memoria cientos de contraseñas para acceder a los servicios corporativas. En el caso de algunos hoy en día, no hace falta ni contraseña. Los códigos de un solo uso a través de SMS o de aplicación sustituyen el login, y el iPhone por ejemplo puede usar la punta de nuestro dedo para logarnos.

Por tanto, si tu empresa no ha adoptado este nuevo paradigma, estás perdiendo la posibilidad de ahorrar una enorme cantidad de dinero que podría dedicarse a otros menesteres. Frente al imparable paso de lo mobile es imposible resistirse.