Esta tarde se presenta en San Francisco el nuevo iPhone 7. Muchos detalles han trascendido ya acerca de las novedades que este terminal incluye y pese a ello, y a que se da por hecho que Apple no echará el resto puesto que parece probable que el próximo año presente un nuevo modelo con motivo del décimo aniversario de su creación, la expectación es máxima.

Según han vaticinado en los últimos meses los fieles de la estela de Steve Jobs, el iPhone 7 prescindirá del jack de los auriculares, es decir, que los cascos pasarán a ser inalámbricos. Nada nuevo bajo el sol, pensarán algunos, pues ya existen smartphones con esta funcionalidad.

Pero, según se ha filtrado en los últimos días, la gran novedad que incorporará el iPone 7 se basa en incluir un sistema de domótica en el móvil. ¿Esto tampoco es nuevo? Ajá. Como siempre, la empresa del fallecido Steve Jobs nos sorprende con su capacidad para aprovecharse de la tecnología más exclusiva existente en el mercado, simplificarla y ponerla a disposición de los miles de millones de evangelistas que siguen con fervor cada paso dado por la empresa de la manzana.

La nueva app se llama Home -una vez más Apple apuesta por la sencillez- y es una aplicación destinada a controlar desde el móvil toda la casa. Gracias a la popular Siri los usarios de iPhone e iPad podrán subir y bajar las ventanas de su vivienda o abrir y cerrar las puertas, por ejemplo.

A nadie se le escapa que la posibilidad de que los usuarios cuenten en sus hogares con dispositivos capaces de interactuar con Siri y obedecer sus órdenes es ínfima, pues no hay demasiadas viviendas en las que los sistemas de apertura de ventanas sean electrónicos y estén informatizados, pero eso ya lo sabe Apple y por eso se prevé que esta tarde también desvele todos los complementos que acompañarán a este nuevo lanzamiento y que a buen seguro se convertirán en objeto de deseo de los fieles seguidores de los de Cupertino.

Pero más allá de las novedades técnicas, si hay algo que los marketers hemos aprendido de Steve Jobs -y hasta los haters de la manzana deben admitirlo-, es a aplicar la teoría de la generación de demanda.

Este paradigma que tanto éxito ha dado a los directores de marketing es la base también de los logros de Apple, sin menospreciar los avances tecnológicos que ha introducido, ni minusvalorar las características y prestaciones técnicas de sus productos. Faltaría más.

El triunfo de la revolución del ‘profeta’ Jobs se ha sustentado también en un correcto enfoque de su estrategia de producto, siempre con el punto de mira en la mejora de la experiencia del usuario. Más vale una funcionalidad pulcra y sin fallos, fácil de usar por todo tipo de cliente, que 20 aplicaciones complejas que apenas usará el 2% de los clientes.

Branding, evangelización. Puro marketing.

A nadie sorprenden ya las apabullantes cifras de negocio que maneja esta empresa, que según los datos facilitados por la compañía el pasado mes de julio, superaron sólo en los últimos tres meses de este año los 42.400 millones de dólares. Un beneficio neto trimestral de 7.800 millones de dólares.

Desde la presentación del primer iPhone en el año 2007, Apple ha crecido de forma inexorable hasta convertirse en modelo de estudio en las universidades de tecnología, economía y marketing de todo el mundo. Eso se debe a que el iPhone es en cierto modo el responsable de la revolución digital que hemos vivido en la última década y que se ha traducido en una nueva forma de comunicar a todos los niveles.

La sociedad de la hiperconexión es, en parte, culpa de Steve Jobs y aunque a muchos les moleste la cerrazón de los fanboys de la marca, intransigentes que aunque Apple perpetrase un teléfono inservible seguirían comprándolo, es innegable la trascendencia que ha tenido en el marketing.

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Esta tarde Apple presentará en San Francisco el nuevo modelo de su smartphone.

 

Detrás del iPhone hay, por tanto, un gran equipo de I+D, y mucho marketing. Y del más básico, pues su estrategia de branding responde a los preceptos iniciales de identificar la marca con la consecución del status deseado por el cliente, otorgarle el poder de encumbrar al usuario a un nivel superior, etc. Vamos, que Apple ha logrado como pocas compañías identificar su marca con valores tales como revolución, libertad, sueños, progreso, etc.

Y el siguiente paso ha sido clave: la evangelización. Una vez los usuarios han interiorizado los valores de la empresa, y se han identificado con ellos confiriéndose a sí mismos un status superior por ser clientes de Apple, llega el momento de contar a amigos y vecinos lo importante que es pertenecer al selecto club del iPhone. ¡Comerciales gratis, qué más puede pedir una empresa!

Y a esa envidiable imagen de marca y a esa fidelidad de sus clientes se suma otro acierto: ofrecer servicios de valor añadido. El iPhone no sería lo que es sin los servicios añadidos que tiene la experiencia de usuario del mismo. iCloud es una buena prueba de ello, ya que extiende las posibilidades del teléfono de forma evidente, al ampliar la memoria y permitir a toda una familia disfrutar de sus fotografías y vídeos en un mismo lugar, sin tener que andar pasando las fotos al ordenador, por ejemplo. Quizá dentro de poco estemos hablando aquí de las nuevas fórmulas de marketing digital que ha traído consigo la democratización de la domótica en el móvil. Quizá no dentro de demasiado tiempo los directores de marketing de empresas de comida rápida o a domicilio se estén peleando por introducir sus anuncios en las aplicaciones que el iPhone diseñe para controlar lo que te tienes en la nevera cuando llegues a casa, o los del sector de los productos de limpieza piensen cómo anunciarse en las plataformas que integrarán los dispositivos Apple -y pronto del resto de fabricantes- para poner en funcionamiento la lavadora o el lavavajillas.